Es importante que desde pequeños seamos educados en muchas áreas
distintas de nuestra vida: la eduación escolar, cultural, histórica,
nutricional... y, también, una educación deportiva.
Los padres deben acompañar a sus hijos e iniciarlos en los diferentes
deportes y actividades deportivas, pues esto podrá fortalecerlos física y psicológicamente.
El deporte es de suma importancia para nuestros hijos;
en primer lugar, a nivel psicológico, el deporte les ayudará a
enfrentarse a la competición, a plantearse diferentes metas, los hará
más fuerte y les ayudará en algo tan importante como saber trabajar en
equipo y comunicarse con sus compañeros.
Lo más importante, en primer lugar, es que el niño se divierta, que relacione el deporte con ocio y diversión y, así, asistirá con asiduidad y regocijo a esta actividad. Generalmente,
los deportes de equipo se acercan más a esta característica. Fútbol,
baloncesto, hockey o voleibol son algunos de los deportes de equipo
preferidos por los más pequeños. La relación que se crea en el terreno
de juego entre compañeros es ideal para que el niño aumente su empatía y
sus relaciones sociales. La competitividad y compenetración de cada
entrenamiento o partido hará a tu hijo saber comunicarse, comprender y
relacionarse con los demás.
En general, el deporte individual no fomenta este tipo de destrezas. Si
el niño practica ciclismo o atletismo se sentirá más solitario y no se
enfentrará al entrenamiento deportivo con la misma satisfacción,
pudiendo llegar incluso a aborrecerlo. Por ello, este tipo de deportes
será necesario que se realicen también en grupo, en escuelas de tenis o
atletismo donde pueda aprender y practicar el ejercicio con otros
compañeros.
Debemos
tener en cuenta que al niño no le importará, en un principio, si la
actividad es mejor o peor para su salud, pues aún no es capaz de
comprender esto; por ello, todo lo relacionado con el deporte deberá ser
siempre desde la diversión y el ocio, asegurándonos que nuestro hijo se
divierte en el acto deportivo y que no es una obligación o carga para
él. Así, se acostumbrará a que el ejercicio es sinónimo de diversión y pasarlo bien, y con los años él mismo pedirá contento practicar algún deporte.
Es posible que encontremos en nuestro hijos un talento natural para
algún deporte y podremos descubrirlo y fomentarlo. Igual que debemos
fomentar sus capacidades artísticas como una sensibilidad especial para
la pintura o para la música, podremos hacerlo con lo deportivo.
Pero, ante esto, es necesario andar “con pies de plomo” y tener control
y marcar unos límites. Si tan beneficioso es el deporte para nuestros
hijos, de igual manera será una carga y completamente desaconsejable si
los forzamos ante su descontento a practicar algún tipo de deporte. Debe
primar por encima de todo que el niño esté divirtiéndose con el
ejercicio físico, que sea para él un juego. Obsesionarlo o persuadirlo
para la práctica de un deporte concreto o la desmesura de algún otro
sólo conseguirá apartarlo de este.
Además, si es el propio niño el que encuentra en el deporte su única
diversión, también será importante que los padres lo frenen y le
recuerden que hay otras muchas actividades y obligaciones que realizar,
como que no descuide sus estudios o que salga a jugar con sus amigos.
En otro aspecto, no hay ningún deporte que sea más adecuado para niños
que para niñas o viceversa. Ambos sexos decidirán qué ejercicio les
combiene según sus apetencias y cualidades.
En definitiva, el deporte será un aliciente idóneo para la eduación de nuestros hijos y para un crecimiento sano, saludable y divertido.
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